viernes, 17 de febrero de 2012

Cómo pasó el fútbol de ocio a negocio

He encontrado un artículo muy interesante del periódico ABC en el que se explica cómo pasó el fútbol de ser un instrumento de ocio para los aficionados a ser un negocio para unos pocos.

El artículo dice lo siguiente: "El fútbol, que en sus inicios empezó siendo simple y llanamente puro ocio, tardó poco en convertirse en deporte. Años después, se le añadió espectáculo para terminar siendo lo que es hoy día: un negocio más, lo que ha exigido a los clubes de fútbol adoptar un funcionamiento cada vez más empresarial. Con sus épocas de vacas gordas y de vacas flacas. Y, por tanto, con su consiguiente evolución en el tiempo. Con cambios y reestructuraciones, como cualquier otra actividad empresarial.

El fútbol español tiene su propia historia y su propia evolución tanto empresarial como deportiva. En los últimos años, en las empresas futbolísticas españolas no ha habido una buena correlación entre el capital invertido por los accionistas —a raíz de la conversión de los clubes de fútbol en sociedades anónimas deportivas—, y la consecución de los objetivos. La mayoría de los que han invertido su dinero en ellos buscando una rentabilidad económica no la han encontrado, y los que han invertido su dinero para obtener otro tipo de beneficios no pecuniarios (como éxitos deportivos), tampoco han encontrado la rentabilidad deseada.

Ahora bien, no es así en todos los casos. De hecho, dentro del fútbol español hay, como apuntábamos sobre estas líneas, significativas variaciones en los negocios desde hace unos quince años atrás. Todo se remonta al 30 de junio de 1992, cuando la casi totalidad de los equipos españoles tuvieron que hacer frente a las exigencias del Estado por las deudas económicas contraídas que, a diferencia de lo sucedido en el resto de las demás ligas europeas, provocaron pérdidas millonarias sin que la legislación existente pudiera impedirlo.

Urgía una solución rápida, que pasó obligatoriamente por la creación de un convenio de saneamiento que asumieron gran parte de los pagos a Hacienda, al que no tuvieron que ajustarse cuatro equipos: Real Madrid, F.C. Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna. ¿La condición para todos los equipos? Que no hubieran presentado pérdidas en los cinco años anteriores. Desde mediados de la década de los ochenta hasta 1992, los clubes tuvieron que «hacer sus números» para ajustar la lista de gastos. La fecha tope era ese 30 de junio de 1992. Todos los equipos dispusieron de tres etapas para el desembolso del capital, establecidas en un Real Decreto creado para la ocasión.

¿La consecuencia más directa e inmediata? Se terminó desterrando a equipos históricos, pero sin potencial económico, y por el contrario, se lanzó a la fama a equipos humildes, bajo la batuta de empresarios emprendedores, como fue el caso del Villarreal.

En una primera etapa, los socios tuvieron la oportunidad de hacerse con las futuras acciones. En la última, el ofrecimiento fue para el aficionado en líneas generales. Pero muchos clubes no aguantaron el tirón. Si no había «sanemiento», había castigo: el descenso inmediato a la Segunda División B, lo que supuso para algunos su desaparición. Algún ejemplo: Málaga y Real Murcia no encontraron el apoyo, mientras que Atlético de Madrid y Betis, dos de los casos más llamativos por la acumulación de deudas, dejaron su futuro en manos de una sola persona.

El fútbol pasaba a ser oficialmente un auténtico negocio en cuyo mercado se movía y se mueve hoy día mucho dinero. El vil metal sustituyó definitivamente al trabajo de cantera o la preparación física como principal clave del éxito.

Para todos aquellos que no pudieron seguir siendo clubes deportivos, les quedó el remedio de la entrada al negocio de empresarios adinerados, que se hacían con paquetes accionariales mayoritarios con los que ostentar definitivamente el poder del club en cuestión. De hecho, en algunos casos, la compra de un club por parte de una sola persona ha significado la mejora de la gestión del mismo y en consecuencia, mejores resultados deportivos.
Un caso similar, por cierto, al que vivieron en la liga inglesa, aunque con una legislación mucho más avanzada, por lo que el control pudo ser más exhaustivo y la conversión a sociedades anónimas se desarrolló sin traumas. 

En España, clubes como el citado Villarreal han alcanzado ese grado de eficacia a pesar de estar en manos de una sola persona en el plano económico. Sin embargo, no siempre es éste el caso. En 1992 se abrió la puerta del fútbol español a personas con visos futuros de cierto poder y con perfiles muy parecidos. La mayor parte de ellos prometieron muchos más logros de los que después realmente se produjeron. Para los expertos consultados, tres de los casos más preocupantes fueron el del Atlético, con el mandato de la familia Gil por montera; el del Betis —en manos de Lopera—, y el del Alavés, cuya existencia peligró con la llegada al poder del histriónico millonario ucraniano Dimitri Piterman."


Fuente: ABC

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